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Pie corredor

Correr para trascender

Quienes corren saben que los keniatas y etiopes tienen pies veloces. Desde que los africanos llegaron a México han ocupado los primeros lugares en las carreras de distancia; sin embargo, en nuestro país existen corredores innatos, que llevan bajo sus pies la historia de toda una  cultura: los rarámuris.

Fotografía de tierrablancaspot.blogspot.com

El etnógrafo noruego Karl Lumholtz describió a los rarámuris de finales del siglo XIX como los corredores más resistentes del mundo. Cuenta de un hombre que en cinco días recorrió 960 kilómetros para llevar un mensaje desde Guazápares hasta Chihuahua. Aunque este grupo étnico ubicado en la Sierra Tarahumara, del estado de Chihuahua corre por tradición, algunos de ellos han sido invitados a competir en ultramaratones donde han logrado colocarse en las primeras posiciones.

Correr en la Sierra Tarahumara implica una gran resistencia y fortaleza física pues está compuesta por un sistema montañoso que se expresa en picos, cañones y mesetas cuya altitud va desde los 300 hasta los 3,000 metros sobre el nivel del mar. El clima es extremoso pues en verano se pueden superar los 30 ºC, mientras que en las noches de invierno la temperatura llega hasta los -20 ºC.

La carrera ha definido a los rarámuris desde su origen. Etimológicamente la palabra rarámuri significa pie corredor o corredor a pie. Según el antropólogo social Ángel Acuña, la carrera tradicional rarámuri consta de dos modalidades: 1) rarajípari o carrera de bola para los hombres, y 2) rowera o carrera de ariwueta para la mujer. La bola se hace de la raíz de encino, madroño o tascate; mientras que el aro para la rowera está hecho de ramillas de plantas. La distancia de las carreras varía y pueden ser largas, medianas y cortas. Una carrera larga, por ejemplo, dura entre 15 y 20 horas para los hombres quienes llegan a corrr entre 100 y 200 km; mientras que las mujeres corren entre 8 y 15 horas recorriendo entre 50 y 100 km. Las carreras cortas cubren una distancia de entre 2 y 10 km y las carreras medianas cubren distancias variables entre las dos anteriores.

Los rarámuris no practican ninguna actividad especial para prepararse antes de una carrera. Su forma física es resultado de su vida diaria: caminar largas distancias cuidando al ganado o visitando conocidos. Sin embargo, días antes de emprender una carrera las familias y vecinos del corredores se encargan de alimentarlo bien, mientras que el curandero les aplica friegas de aceite en las piernas. El trayecto que corren consiste en ir y venir sobre una línea de entre 6 a 30 km a lo largo de caminos escarpados utilizando sandalias con suela de caucho. A lo largo de la carrera se conduce el aro de ramillas o bien la bola de madera, lo que  rompe con la monotonía de la carrera y le da un sentido de juego.

Acuña menciona que la carrera es un modo de liberar la presión y la agresividad que pueden reprimir los rarámuris a la vez que funciona como un acontecimiento social que propicia la reunión de los integrantes de la comunidad. También vincula al grupo dándole un sentido de pertenencia y los hace sentir diferentes del resto de los demás pues los rarámuris corren con bola o aro, mientras que los demás no lo hacen.

Los rarámuris dicen que ‘quien no aguanta, muere, desaparece’. Y es que desde su origen han corrido logrando que el mundo entero se vuelva para contemplar su larga y silenciosa carrera.

Referencias:

Acuña Delgado Ángel. 2003. Correr para vivir: el dilema rarámuri. Desacatos 12: 130-146

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