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XXXIII Carrera Día del Padre

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5:30 am. Suena el despertador, ayer me costó trabajo conciliar el sueño, sobre todo con el susto del temblor, pero ya es hora. Comienzo el mismo ritual que he hecho tantos domingos por la mañana. Vaselina en los pies, la entrepierna y debajo del pecho. Ya peinada y vestida. Estoy lista. Un plátano como desayuno. Paso al baño antes de salir de casa para evitar contratiempos a media carrera. Por primera vez nos toca una carrera cerca de casa, pienso que llegaremos muy temprano. Nos confiamos, el tráfico por Paseos del Pedregal e Insurgentes es a vuelta de rueda. Empiezo a ponerme nerviosa. No quiero llegar tarde. Mi esposo me deja en Perisur, me bajo rápido del coche y como puedo me quito la chamarra que llevo puesta y se la doy. Unos pasos adelante me doy cuenta de que olvidé mis audífonos en la bolsa de la chamarra. Ni modo, tendré que correr sin más música que el ritmo de mi respiración. Corro a prisa casi un kilómetro para poder incorporarme a mi corral, justo a tiempo para entonar el himno. Miro rápidamente a mi alrededor, la mayoría son hombres. Suena el disparo de salida, sabemos que los élite ya empezaron a correr pero nosotros salimos casi 9 minutos después: ¡somos tantos!, ¡una interminable ola roja!

 

Veo mi pulsómetro y me doy cuenta de que voy al 80% de mi frecuencia cardíaca, pero ¿cómo? ¡Ni siquiera llevamos un kilómetro! Es la emoción. Debo concentrarme y encontrar mi ritmo o voy a quemarme antes de llegar al temido puente de Muyuguarda. Poco a poco agarro un buen paso. Voy unos segundos por debajo de los 6 minutos por kilómetro. Es la primera vez que hago tantos kilómetros sin música, pero no hace falta. Hay muchísima gente animándonos a cada paso, con matracas y gritos de apoyo. Entre los rostros conocidos veo a vecinos, a una alumna, al dueño de Run & Run, al señor de la fondita de mi colonia, a mi entrenador de natación, varios de Total Running, del club de Nike y del de Adidas también. Esto es una fiesta y todos han acudido a la cita, vamos corriendo al ritmo de la batucada y  de los mariachis. Los mismos corredores sueltan una que otra frase de ánimo y cada que pasamos debajo de un puente armamos un escándalo de euforia.

 

Estamos llegando a penas al kilómetro 7 y ya vemos pasar a los campeones del otro lado de periférico, ¡cuánta fuerza!, ¡cuánta concentración! Me lleno de admiración y les echo porras, los corredores no somos envidiosos, admiramos los logros de los demás porque sabemos todo el esfuerzo que lleva detrás. Son un ejemplo para nosotros, sé que voy corriendo sobre sus pasos y me siento orgullosa. Pronto llego al kilómetro 8 con una sonrisa en mi rostro, estoy disfrutando al máximo esta carrera. Tomo mi primer gel y me preparo mentalmente para atacar el puente. Me siento muy bien, sé que llevo un buen tiempo y mis piernas están fuertes. No me rajo, sé que en comparación con otros corredores soy lenta como una tortuga pero, como dice Murakami, yo no soy de las que caminan, empecé corriendo y voy a acabar corriendo. Casi sin darme cuenta llego al km 10. Ese puente no estuvo tan rudo como temía, el entrenamiento de cuestas en el Bosque de Tlalpan ha dado resultados. Pero no me confío, sé que falta una pendiente constante y que el punto más duro será a la altura de Gran Sur. Tomo agua de vez en cuando, las bolsitas que dan en los puntos de hidratación son muy grandes, sólo tomo tragos pequeños y lo demás lo arrojo a los lados. Pienso en el desperdicio de agua y en la cantidad de basura. Mis pensamientos corren conmigo y me distraen un poco del dolor que ya empiezo a sentir: veo abuelos animándonos, niños echando porras, corredores empujando a sus hijos en carriola, amigos corriendo juntos y animándose porque todavía creen que pueden ir por las 2 horas.

 

Mi papá se incorpora a la carrera pasando el kilómetro 14. Va corriendo junto a mí y me acompaña por un par de kilómetros. Creo que está más emocionado que yo. Va chocando la mano de la gente que observa la carrera. Pasando el kilómetro 16 empiezo a sentir la fatiga. Esta es la parte más difícil, he bajado mi tiempo a casi 7 minutos por kilómetro.Siento dolor en el talón, esta fascitis que no me deja. Pienso en que mi mamá me está esperando en el último kilómetro, lleva horas esperando verme pasar y no voy a fallarle. Recupero mi ritmo a la altura de Perisur, puedo ver el rostro de mi esposo entre la multitud y eso me da nuevas fuerzas. Él siempre ha estado allí apoyándome, él me hizo creer de nuevo en mi misma y confía en mí, es hora de demostrarle que no se equivoca. Sé que ya estoy cerca y me siento bien. Aprieto el paso, pasando el puente de Zacatépetl debo cerrar. Veo a mi mamá a lo lejos y saco fuerzas para que vea que cierro con ganas. Se me hace un nudo en la garganta porque sé que lo he logrado, antes de que salgan las lágrimas saco una sonrisa del tamaño del mundo. ¡Lo hice! Ya tengo mi medalla colgada en el corazón.

 

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Escribo estás palabras después de haber tomado una merecida siesta y un baño relajante. Ya subieron los resultados al sitio de Emoción Deportiva. Mi reloj marcó 2 horas con 19 minutos pero el tiempo del chip fue de 2 horas 24. Estoy satisfecha. Y quiero más. Este fue el primer paso rumbo al Maratón Internacional de la Ciudad de México. Mañana será otro día, día de ir a dar clases y de hacer ese millón de pequeñas tareas cotidianas que le dan sentido a la vida: día de salir a correr y de seguirme preparando. Quiero más, mucho más. La meta de hoy fue sólo el principio de lo que nos espera mañana. ¡Felicidades corredores! Fue una excelente carrera. Nos vemos mañana en las pistas, en los caminos, en las calles, en la montaña; porque, como dicen los del Club de Corredores del Bosque de Tlalpan, unidos nadie detiene nuestra carrera.

 

Escrito por: Jessou 

 

4 Comments to “XXXIII Carrera Día del Padre”

  • Aurelio Cantón T. 17 junio, 2013 a las 6:33 pm

    Me gusta cómo narra su experiencia y emociones, creo que disfrutó más la carrera al no llevar sus audífonos. Felicidades!!!

  • Martha Patricia Morales Montero 18 junio, 2013 a las 5:20 pm

    LLEGUE VIVA!!!! Si por segunda ocasión 21k en la Carrera del Día del Padre, realmente un evento totalmente motivador… carreras hay muchas, que reúnen a miles de corredores, pero el ambiente de ésta es FENOMENAL. Los espectadores se convierten en una ENORME parte de la carrera pues son tan entusiastas con sus porras y apoyo. Esa coca que me obsequiaron por el kilometro 13 Uf, Genial!!!!! Y la pequeña Niña del dulce del kilometro 16, tan linda!!!!

    Nuevamente cante, baile, grite, choque la mano con un sin número de gente que me pasaba toda su motivación; por supuesto no falto el “Arránquese Mariachi!!!”, una bella viejita me regalo un beso, conocí al Sr. Samuel, un corredor con el que compartí experiencias la final de la carrera… Ah y lo mejor a lado de mis Aztekas Runners!!!! Mi grupo de corredores que me motivan tanto a realizar este tipo de maravillosas aventuras.

    Ah y un plus, mejore mi tiempo… 2:18:39 y pues a darle, que aún hay muchos retos y kilómetros por delante!!!!

  • javier vargas 19 junio, 2013 a las 9:57 am

    leo el articulo y vuelvo a disfrutar la carrera FELICIDADES

  • Jessou 19 junio, 2013 a las 1:55 pm

    Qué bueno que les gustó mi historia, les dejo la dirección de mi blog por si quieren leer otros artículos de las experiencias de una novata en esto del running:

    http://newrunnergirl.blogspot.mx/

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